COCINA OVO-LACTO-VEGETARIANA... Y OTRAS EXQUISITECES.


Yo cocino desde que era una niña. Por aquel entonces, amasaba el pan con arena y agua y lo dejaba secar al sol, con paciencia. Hacía exquisitas sopas con hierbecitas, piedras y agua, y luego se las daba a mis muñecas. Siempre estuvieron muy bien alimentadas.

Hoy sigo cocinando. Y lo hago para alimentar el cuerpo y el espíritu de mi familia, de mis amigos, para procurarles un poquito de salud y felicidad. Y , de paso, para dar cauce a una de las expresiones creativas que más me relajan y que mayor placer pueden llegar a causar en mi querido prójimo: un plato vegetariano, equilibrado, sabroso, aromático, bien presentado … agradable en fin a todos los sentidos.

E incluyo, por supuesto, el sentido común: Obviamente, merece la pena cualquier plan dietético que nos ayude a aumentar nuestra sensibilidad ética, respete más los recursos del planeta y sea potencialmente capaz de hacer desaparecer el hambre. El vegetariano sabe que con su vida diaria contribuye de forma privada, pequeña e indirecta al alivio del sufrimiento humano y animal. Tiene conciencia de que en vez de ser parte de un problema es parte de una solución potencial. No cabe mayor sentido común.

Lo que os ofrezco son pequeños experimentos culinarios que yo misma he ido realizando y recopilando a lo largo de casi veinte años de mi experiencia vegetariana. Por supuesto, casi todos tienen su origen en una receta que un día leí, observé y apunté, escuché, o me fue transmitida por las sabias manos de mi abuela. Pero mi absoluta incapacidad para seguir una receta al pie de la letra (mi madre dice que esto tiene que ver con mi creatividad, pero yo pienso más bien que es por mi afán desmedido de libertad en todos los campos), me ha llevado a escribir mi propio recetario.

Espero que os animéis a cultivar conmigo un arte que es pura alquimia, pura armonía, salud y magia: el arte de la cocina vegetariana.




"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento." Hipócrates

30.12.10

Tofu macerado con zanahorias glaseadas.


Después del "Revuelto de tofu y verduras" y de las "Hamburguesas de tofu y frutos secos", vuelvo con una tercera receta de tofu, rápida y deliciosa, que pretende acabar una vez más con esa creencia de que el tofu es un alimento insípido y sin ninguna gracia.

El tofu cuenta con diez de los veinte aminoácidos esenciales para el organismo y un elevado porcentaje de las proteínas que aporta la carne, pero es un alimento más suave y digestivo que los alimentos ricos en proteínas como la carne, los huevos o la leche, además de ser bajo en calorías. No posee colesterol y además ayuda a reducir los niveles de éste en la sangre, conteniendo importantes valores de lecitina, sustancia positiva en el control del colesterol y en el mejoramiento de la memoria. Cuenta con más calcio y minerales que la carne, y no contiene antibióticos, hormonas y otros componentes artificiales utilizados en el engorde del ganado. Tampoco tiene conservantes, ni colorantes ni productos químicos.

Y, muy lejos de ser, como algunos proclaman, la culminación de la sosez, puede ser además un alimento muy rico si se prepara con un poco de imaginación.


- 300 grs de tofu ahumado
- unas 4 cucharadas de salsa de soja
- una cucharada de aceite de sésamo (o de girasol)
- sésamo tostado
- 4 zanahorias
- dos puñados de brotes de soja
- una cucharada de azúcar moreno
- dos cucharadas de mantequilla
- sal y perejil picado

Corta el tofu en filetes de un cm de grosor y déjalos macerar con la salsa de soja. Calienta el aceite en una sartén y dora los filetes de tofu.
Pela las zanahorias y córtalas en bastoncitos. Calienta la mantequilla en una olla pequeña y añade el azúcar, las zanahorias y los brotes de soja. Añade un poco de sal y deja cocer con la olla tapada unos 5 minutos a fuego bajo. Sirve el tofu espolvoreado con el sésamo y acompañado de la guarnición de zanahorias y brotes glaseados. Espolvorea con el perejil picado.